jueves, 18 de julio de 2019

Los fanatismos, los fanáticos y los extremistas



Hay muchas personas que se sienten orgullosas de decir que son fanáticas de algo, pero no saben o no quieren saber que los fanatismos pueden llegar a convertir a la gente en personas intolerantes, irascibles, susceptibles, agresivas, extremistas y necias. Da igual qué tipo de fanatismo, todo tipo de fanatismo puede llegar a convertirte en una persona insoportable si se lleva al extremo. Desde el fanatismo religioso, pasando por el fanatismo político, el patriotismo fanático, el fanatismo ideológico, el fanatismo deportivo y el fanatismo generacional, hasta el fanatismo que puedas sentir por un músico o banda, por un libro, una película, una serie o un determinado género musical, literario, cinematográfico o televisivo. Todo puede convertirte en un templario que defiende a muerte cualquier producto o idea por más lógico o estúpido que sea, con las dos armas más hirientes, la necedad y la ceguera y con el motor más potente, la (muchas veces falsa) "seguridad" de que se tiene la razón y que todos los demás que piensan o sienten diferente no la tienen.

Los fanatismos, en algún momento (o en varios), terminan casi siempre (el 99% de los casos) chocando con las ideas, pensamientos, sentimientos o incluso fanatismos contrarios de las demás personas que no están de acuerdo con tus prédicas fanáticas.
Las personas que llevan a un extremo absurdo sus fanatismos no se dan cuenta del arma de destrucción masiva que potencialmente llevan en sus lenguas o en sus manos. Los fanatismos han causado que dos amigos se peleen, que una pareja se separe, que una familia rechace a un miembro de la misma o que un individuo decida abandonar una familia, los fanatismos han causado que dos bandos contrarios se enfrenten dejando como resultado muertes y heridos, han causado guerras y separaciones de todo tipo entre las naciones, grupos, etnias, y culturas del mundo. Los fanatismos han sido los mayores causantes de disgustos, tristeza, malentendidos, llantos, enojos, peleas, enfrentamientos, batallas, contiendas, revoluciones, dictaduras, genocidios, guerras, muertes, sufrimiento, dolor e injusticias durante toda la corta pero intensa historia de la humanidad.
Los fanatismos han desencadenado muchos de los cánceres más podridos de la sociedad, como el racismo, el machismo, la misoginia, la homofobia, la xenofobia y muchas otras formas de discriminarse y rechazarse entre las personas.

Así que, antes de ponerte en modo "necio" o "cabeza-dura" y salir a defender a capa y espada o con uñas y dientes tu fanatismo, sea cual sea y del tipo que sea, sea una creencia religiosa o una ideología política, sea un equipo de fútbol o una nacionalidad, sea una banda de música, un libro o una película, vas a tener que darte cuenta de que no vale la pena pelearte o perder una valiosa relación de años, no vale la pena pelearte con tu mejor amigo, con tu pareja, con tus padres, con tus hijos o con tus hermanos por defender ciega y ferozmente la palabra de un antiguo profeta, un líder revolucionario, un músico, un escritor o un actor al que no conoces y que quizás nunca conocerás... Y que esa persona a la que idolatras posiblemente no sabe de tu existencia y tampoco le importa lo que pase con tu vida. Las personas que tienes a tu alrededor son las que debes cuidar y defender con todas tus fuerzas y hasta tu último aliento, no a los famosos que no forman parte de tu círculo más cercano.
No vale la pena defender el honor de un equipo de fútbol que factura toneladas de dinero y a ti no te da nada y que, faltes o no, no se va a fundir por tu ausencia. No vale la pena defender el orgullo de una nación, país o república que casi nunca luchará para que estés bien, más bien estará constantemente usándote para sacarte dinero y cuando ya no sirvas preparará el hoyo donde tirará tu gastado cadáver. No vale la pena que los fanatismos religiosos, políticos o ideológicos generen más guerras y separación entre los pueblos del mundo, cuando lo mejor es que entre todos tratemos de aprender de las cosas buenas de los demás y caminemos juntos en este hermoso camino de la globalización.

Así que la próxima vez que un fanatismo te enceguezca y te haga chocar con alguien a quien quieres, amas, aprecias, respetas o tienes que cuidar. Piénsalo dos veces antes de preferir defender tus fanatismos extremistas en lugar de darle más valor a tus relaciones sentimentales, amistosas, amorosas o fraternales.
Una religión, un partido político, un cuadro de fútbol, un país, un libro, una película o un estilo musical difícilmente pueda salvarte la vida, pero tus amigos, pareja, familiares y seres queridos están ahí y son seres vivos que sienten. Se siente muy mal que te rechacen por defender un fanatismo.

Y, al final, si todo esto te importa un carajo, por lo menos a la hora de intentar defender tus ideas, mejor que sea con argumentos sólidos, lógicos, consistentes y sobre todo, con hechos y evidencias claras y comprobables. Quizás, después de todo, pueda ser que tengas razón y que la otra persona se de cuenta de que es así y nunca llegue el conflicto. Se puede abrir los ojos a los demás.

Y NO TE OLVIDES de que casi siempre los fanatismos son inventados a propósito para crear kilómetros de personas que no piensan por sí mismos, pero actúan igual, caminando todos hacia el mismo lado, como ovejas.

The Great Piccolo.

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