Andando por el camino de la vida aprendí a comprender que lo más valioso en la vida no son las cosas materiales que tenemos, si no las personas importantes que tenemos a nuestro alrededor siempre apoyándonos. Que, aunque parezca una frase hecha, el dinero compra todo menos la felicidad.
Entendí también que quizás las apariencias atraen, pero lo que enamora de verdad es la personalidad, lo de afuera puede ser muy lindo pero lo más importante y hermoso suele estar por dentro.
Quien no valora lo que tiene, algún día se lamentará por haberlo perdido... que, si quieres ser feliz, también tienes que hacer felices a otras personas y, que si quieres recibir algo, vas a tener que dar aunque sea un poco de ti también (aunque es mejor que sea mucho).
Aprendí que, para poder ser una buena persona, hay que rodearse de buenas personas y alejarte de las malas influencias. Aprendí también que a veces las personas de las que más esperamos pueden decepcionarnos y que muchas veces son esas personas de las que menos esperamos quienes nos logran hacer vivir experiencias inolvidables.
Nunca arruines tu presente por un pasado que no tiene futuro... Y que las lágrimas no te convierten en una persona débil, demostrar sentimientos tampoco, los sentimientos más intensos son los que te convierten en una persona fuerte.
Y cuando aprendí todo ésto, entendí que una persona fuerte puede, aún con lágrimas en los ojos, arreglárselas para dibujar una sonrisa en su rostro y decirle al mundo y a la vida: "Estoy bien".
Mukalimba Kakaroli Tukutaka
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