domingo, 9 de junio de 2019

Hablemos de Literatura: Pet Sematary [Crítica - Recomendación]


Voy a inaugurar esta sección de crítica y recomendación de libros hablando de una novela que leí hace poquito (hace un par de meses). La crítica original de este libro, que publiqué en mi facebook personal, es del 24 de abril de este año (2019).

Título Original: Pet Sematary
Cementerio de Animales o Cementerio de Mascotas, en español.
Año: 1983
Autor: Stephen King
Género: Terror, drama, fantástico, crisis existencial.



Hacía tiempo que no leía un buen libro de terror. Lo último que había leído era realismo psicológico, ciencia ficción distópica y fantasía oscura, pero sin llegar a ser terror. Lo último que había leído de terror había sido "El Juego de Gerald", también obra de mi respetado Stephen King. Así que, anticipando que se estaba por estrenar una nueva versión cinematográfica de "Pet Sematary" (Cementerio de Mascotas), me puse en campaña de conseguirlo para leerlo, antes de que se estrenase la nueva película. Afortunadamente uno de mis mejores amigos lo tenía y me lo prestó (gracias Zero).

Siempre es un deleite y una experiencia gratificante leer al maestro King. Más allá de la historia que esté contando, es placentero leer su forma de expresarse, de narrar, de interpretar a los diferentes personajes, de meterse en sus mentes y sus sentimientos, de relatar secuencias de acciones, o de pensamientos, o sueños... Es un verdadero e indiscutible artista. 

Cementerio de Mascotas (que debería haberse traducido como "Semanterio de Mascotas", para conservar la falta ortográfica intencional que tiene el título en inglés) es una montaña rusa de emociones. Sus personajes transitan una trágica travesía que los lleva por momentos intensos, tanto alegres como tristes, e incluso de frenesí. La Muerte, y cómo los humanos, o los seres vivos en general, la enfrentamos y la entendemos (o no), es el tema principal de la obra. Pero el verdadero terror es el miedo ¿Qué miedo? Definitivamente el miedo a la muerte, la incertidumbre de qué hay después, el miedo a lo desconocido... El terror de perder a un ser querido, y los traumas que quedan después, las culpabilidades, la impotencia de no poder revertir o impedir una de las fuerzas más misteriosas e imponentes de la naturaleza. 

Con personajes realmente entrañables, que forman parte de un reparto coral de lo más variopinto, Stephen King intenta que los lectores también suframos ese miedo, de que los personajes sufran, mueran... O incluso de que vuelvan a la vida. Porque ese es otro de los peligros que ofrece esta desventura. 

La moraleja queda más que clara, la muerte es un acontecimiento natural y necesario, y así lo tenemos que entender y aceptarlo. Resignarnos a reprimir nuestros sentimientos egoístas y dejar ir a nuestros seres queridos de forma madura y responsable. Y que cualquier tentación ante la más mínima posibilidad de revertir lo irreversible, no es una opción viable, o no debería serlo. No importa si se trata de una mascota, un hermano, la pareja, un amigo... O un hijo. A veces la muerte es lo mejor.

Una novela más que recomendable, no solo por las escenas más emotivas (tiene bastante drama, pero en su medida justa) o más terroríficas (también tiene suficiente gore), si no también por el mensaje que te deja al final, y por esa forma tan elegante e irreverente al mismo tiempo que tiene Stephen King de contar las cosas. Un diálogo, una discusión, desde la situación más cotidiana hasta la más críptica pesadilla, este señor sabe hacer descripciones tan atrapantes como dinámicas. La disfruté mucho, y es uno de los mejores libros que he leído hasta ahora.

Como curiosidad, el mismísimo Stephen King ha reconocido que de todos sus libros de terror, este fue el que más miedo le dio.

Y como adelanto, dejo por acá una cita que me encanta de este libro:

"Louis y Gage le conocían; le habían conocido en Nueva Inglaterra tiempo atrás. Estaba siempre alerta, esperando ahogarte con una canica, asfixiarte con una bolsa de la aspiradora, electrocutarte con el primer enchufe. La muerte podía estar en una bolsa de maníes, en un trozo de carne que se te atravesara, en el siguiente paquete de cigarrillos. Siempre te andaba rondando, de guardia en todas las estaciones de control entre lo mortal y lo eterno. Agujas infectadas, insectos venenosos, cables mal aislados, incendios forestales. Patines que lanzaban a intrépidos chiquillos a cruces muy transitados. Cada vez que te metes en la bañera para darte una ducha, Oz te acompaña: ducha para dos. Cada vez que subes a un avión, Oz lleva tu misma tarjeta de embarque. Está en el agua que bebes y en la comida que comes. «¿Quién anda ahí?», gritas en la oscuridad cuando estás solo y asustado, y es él quien te responde: Tranquilo, soy yo. Eh, ¿cómo va eso? Tienes un cáncer en el vientre, qué pena, chico, sí que lo siento. ¡Cólera! ¡Septicemia! ¡Leucemia!¡Arteriosclerosis! ¡Trombosis coronaria! ¡Encefalitis! ¡Osteomielitis! Hey! Ho! Let´s go! Un chorizo en un portal, con una navaja en la mano. Una llamada telefónica a medianoche. Sangre que hierve con ácido de la batería en una rampa de salida de una autopista de Carolina del Norte. Puñados de píldoras: anda,traga. Ese tono azulado de las uñas que sigue a la muerte por asfixia; en su último esfuerzo por aferrarse a la vida, el cerebro absorbe todo el oxígeno que queda en el cuerpo, incluso el de las células vivas que están debajo de las uñas. Hola, chicos, yo soy Oz el Ggande y Teggible, pero podéis llamarme Oz a secas. Al fin y al cabo, somos viejos amigos. Pasaba por aquí y he entrado un momento para traerte este pequeño infarto, este derrame cerebral; lo siento, no puedo quedarme, tengo un parto complicado y, luego, inhalación de humo tóxico en Omaha.

Vamos patrullando, mi hijo y yo..., porque lo que importa no es el sexo, ni la guerra, sino la noble y terrible batalla sin esperanza contra Oz, el Ggande y Teggible. Él y yo patrullamos en nuestra furgoneta blanca bajo el cielo radiante de Florida. Y el faro rojo está tapado, pero sigue allí por si lo necesitamos..., y nadie tiene por qué saberlo, porque el corazón del hombre es árido; el ser humano cultiva aquello que puede, y lo "cuida".

Una verdadera obra de arte que recomiendo para todos los amantes del terror y de las buenas historias, con tramas complejas y profundas, y personajes bien construidos.

The Great Piccolo

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